"Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies." Romanos 16: 20.
Esta promesa es una apropiada continuación de la promesa de ayer. Evidentemente hemos de ser conformados a nuestra Cabeza del pacto, no sólo en Su herida en Su calcañar, sino en Su conquista del maligno. Bajo nuestros pies el dragón antiguo ha de ser herido. Los creyentes romanos estaban afligidos por contiendas en la iglesia; pero su Dios era "el Dios de paz", y proporcionaba descanso a su alma. El archienemigo hacía tropezar el pie de los incautos y engañaba el corazón de los ingenuos; pero a él le toca la peor parte, y ha de ser hollado por aquellos a quienes había atribulado. Esta victoria no vendrá al pueblo de Dios por causa de su propia habilidad o poder; Dios mismo ha de herir a Satanás. Aunque habrá de ser aplastando bajo vuestros pies, el golpe será asestado únicamente por el Señor.
¡Aplastemos valerosamente bajo nuestros pies al tentador! No sólo los espíritus inferiores, sino el propio Príncipe de las tinieblas han de ser aplastados por nosotros. Con confianza absoluta en Dios esperemos una rápida victoria. "EN BREVE." ¡Feliz palabra! ¡En breve aplastaremos a la serpiente antigua! ¡Qué gozo es aplastar al mal! ¡Qué deshonra es para Satanás ser aplastado por pies humanos! Aplastemos al tentador bajo nuestros pies por medio de la fe en Jesús.